En la práctica era muy parecida a la época imperial. Fue una época muy fructífera para Roma.
A finales del s.I a.C., la república sufre una transformación y es sustituida por el principado. Al pasar al principado en realidad no hay un proceso revolucionario y tampoco hay fecha fija de comienzo, aunque se puede cerrar la república en la batalla de Flipas y a la muerte de Pompeyo. La mayoría de la doctrina atribuye el éxito del principado a Octaviano, el sobrino de César, aunque se dice que el abuso del poder de Pompeyo y César hicieron tambalearse la república hasta que cayó. Octaviano, el príncipe, no sustituye piezas relevantes de la república, aparentemente hace pensar a todo el mundo que se inviste de determinados poderes extraordinarios para restablecer y encauzar la república. En el año 27 a.C., Octaviano hace dejación del senado de mucho poderes extraordinarios de los que se había investido porque entiende que la finalidad de restablecer la república ya está cumplida.
Por encima de las instituciones republicanas se va delineando una institución política llamada princeps. El príncipe aparece investido por el pueblo y por senado y se inviste de poderes especiales. El resultado de esta investidura es un sistema que aparentemente es una república pero que en realidad no lo es. El principado en realidad no es más que una centralización de poderes en la figura del príncipe. Esta centralización resulta del todo inconciliable con la república, pero la habilidad política de Octaviano hace pensar a todo el mundo que seguía existiendo las instituciones republicanas y que el príncipe esta por encima de todas ellas.